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Historia
Alfaro, clavis Castellae (Alfaro, llave de Castilla). Resulta imposible hacer un bosquejo tan siquiera breve del acontecer histórico de la Ciudad de Alfaro. Su historia es larga y rica en acontecimientos. Situada en el Valle del Ebro, en las fronteras casi tradicionales de los Reinos de Navarra y Castilla y rozando el de Aragón, sus tierras fueron discutidas, invadidas y ensangrentadas en muchas ocasiones. En todas las ocasiones brillo el valor de sus hombres y su única fallida lealtad. Celebró unas veces la victoria y sufrió otras la derrota, pero salvó siempre su honor.

Su origen se pierde en la lejanía de los tiempos. Antes de llegar Roma ya existía un poblado ibérico llamado Ilurcis. Con la dominación romana; el general Tiberio Sempronio Graco (año 179 a. J.C.)funda sobre este poblado una ciudad y cambia su nombre por el de Graccurris. Tenía por este motivo, una doble población: la indígena originaria de la antigua llurcis, y la romana de los colonos asentados en ella.

Localizada a dos kilómetros de la actual población, Graccurris formó parte del Convento Jurídico César Augustano. En tiempos de Tiberio, sus monedas indican que tuvo condición de municipio.

Esta ciudad romana debió desaparecer hacia el siglo V d. J.C., ya que en el siglo VII no aparece en la carta del Papa Hilario, que hace una relación de las ciudades de esta región.

Con posterioridad y ya en lo sucesivo se llamará Alfaro. Sobre el nombre de Alfaro hay numerosas hipótesis. La más aceptada explica que viene de "Faro", por la existencia de un castillo o atalaya desde la cual, con fuegos y ahumadas, se daba aviso a la frontera de la proximidad del enemigo.

Durante la ocupación árabe, Alfaro fue, junto con Cervera, la población riojana más tiempo sometida al dominio musulmán.

En la historia del Cid se menciona a Alfaro en dos ocasiones, con motivo de su entrada en la Rioja desde Zaragoza en 1094. Tras la reconquista de esta comarca en 1118 (Zaragoza y Tudela y Tarazona en 1119), el rey Alfonso I "el Batallador" de Aragón y Navarra repartió el riego del río Alhama (1125), otorgando a los de Alfaro 2 días con sus noches. Entre los testigos que firman los fueros dados por este mismo rey figura "senior Lope Enechez in Borobia et Alfaro".

En el orden político, el esplendor de la ciudad se produce en el reinado del Emperador Alfonso Vil, que aparte de colmarla de dones y privilegios (entre ellos numerosos comunales y tierras realengas), le concede el título de noble. Privilegios que en menor medida le sigue concediendo Alfonso VIII.

En el año 1253, el rey Alfonso X "el Sabio" estuvo en Alfaro y concedió a las iglesias de la villa el privilegio de liberar a los abades y prebendados de la obligación de pagar moneda. Asimismo, eximió a la ciudad de pagar varios impuestos, entre ellos los pechos, pedidos, etc. Posteriormente, en el siglo XV, el rey Juan II concedió a la villa el privilegio de poder extraer sal de Navarra y venderla libremente.

Este mismo rey castellano otorgó en 1424 a la villa la merced de no poder ser enajenada ni separada de la corona. Hacia 1429, el príncipe Gascón de Foix, casado con Leonor, hija del rey de Aragón y Navarra Juan II, puso cerco a la villa, que quería anexionar a Navarra. La resistencia de los alfareños y la pérdida de Corella obligaron al conde a levantar el asedio.

Enrique IV le concedió el título de Leal. El rango y categoría de ciudad le fue dispensado por Felipe IV en 1629.

Durante los siglos XVII y XVIII tuvo una gran prosperidad que dejó en Alfaro casas de numerosas familias ilustres (Quintana, Valles, Hurtado de Mendoza, González de Santa Cruz, Frias de Salazar, López de Montenegro, Garcés del Cero, Echagüe, ...).

Hasta la creación de la provincia de Logroño, por real decreto de 1833, formó parte de la provincia de Soria. En el Censo de población de la corona de Castilla del siglo XVI figura con 1.400 vecinos (7.000 almas). En el "Diccionario Geográfico" publicado en Barcelona en 1830, registra 1.410 vecinos (7.050 habitantes). En el censo de la provincia de Logroño de 1840 aparece con 989 vecinos (4.956 almas). En el año 1970 el censo registra una población de 8.529 hab. y en 1986, 9.160. En la época de auge se sabe que la ciudad de Alfaro llegó a contar con 14.000 vecinos.

Lugar de Cortes, residencia de Reyes y Nobles, bien cantan los nombres de sus calles sus efemérides gloriosas: calle de Cuatro Reyes, calle de Ciego de Rey, calle de D. Diego López de Haro, calle de las Cortes de Alfaro.

Personalidades
Han sido numerosos los personajes e hijos ilustres que ha dado Alfaro. Su relación seria prolija, pero si que es necesario acordarse de los más importante de todos:


  San Ezequiel Moreno
Monumento a San EzequielNació el 9 de abril de 1848 en la calle Hospital Viejo número 2. Fue monaguillo en el Convento de la Esperanza y cantor de la Colegial. El 21 de Septiembre de 1864 tomó el hábito de Religioso Agustino Recoleto en el Convento de Monteagudo (Navarra).

En 1869 fue destinado como misionero a las Islas Filipinas donde fue ordenado en Manila (3/6/1871). En 1880 recibe el nombramiento de Predicador General. Tras 15 años en Filipinas, donde desarrolla una intensa labor pastoral, es nombrado rector del Colegio-Noviciado de Monteagudo, 1885. Finalizado su trienio, se presenta voluntario para ir a trabajar a Colombia, donde comienza, junto con seis compañeros, su maravillosa, por difícil, labor en los Llanos. En 1893 es nombrado primer Vicario Apostólico de los Llanos de Casanare. En 1894 fue consagrado Obispo de Pasto, eligiendo como escudo de armas el Corazón de Jesús. En 1898 viene a Europa para efectuar la visita "ad limina", lo que aprovecha para visitar Alfaro, tras lo que regresa a Colombia. En1905, aquejado de gran enfermedad, regresa a España para fallecer un año más tarde en Monteagudo. Descansa en la Iglesia de este monasterio. Fue beatificado en noviembre de 1975 por el Papa Pablo VI y canonizado por Juan Pablo II en octubre de 1992.

  Manuel de Orovio Echagüe
Nació en Alfaro en 1817 y se inició en la vida política precisamente ejerciendo el puesto de alcalde en esta ciudad riojana a la que siempre permanecería sentimentalmente vinculado. Desde la plataforma que le ofrecía el liderazgo político en Alfaro, consiguió acceder a un Acta de Diputado provincial en 1846 y sólo cuatro años más tarde dejaba el marco de la política riojana para ser elegido Diputado a Cortes por la provincia de Logroño. De la rapidez con que se fue haciendo un lugar entre las personalidades de la política española nos habla el hecho de que en 1858 fuera nombrado Gobernador Civil de la capital. Pero, sin duda, su gran salto a la primera escena de la vida política lo dio en un momento poco propicio por lo demás, cuando en 1865 fue nombrado Ministro de Fomento para reemplazar al recientemente fallecido, el célebre Alcalá Galiano. Misión nada fácil. Por una parte, tenía que sustituir a un personaje consagrado como Alcalá Galiano y, por otra, tenía que hacer frente a una ardua situación en el terreno educativo como la polémica que se había planteado en la Universidad en torno a la figura del catedrático Emilio Castelar. En 1868 La reina le concede un marquesado. Cuando en 1875 se vuelve a plantear una situación de similar discrepancia entre profesores de tendencia republicana y secularizadora, por un lado, y Gobierno e Iglesia, por otro, su figura se presentará como la adecuada para actuar en el mismo sentido que lo había hecho en la década anterior. Manuel de Orovio acabó sus días en 1883 en el puesto de senador vitalicio que Isabel II le había concedido en los años sesenta.
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